“Los principales consecuencias son amenorrea, la disminución de las hormonas sexuales, freno del crecimiento, desnutrición severa, alteraciones dentales, alteraciones del colon por abuso de laxantes, arritmias cardiacas, e insuficiencia renal y osteoporosis”, explica D. Martín Iglesias, endocrino del Hospital Virgen de la Luz de Cuenca. Las graves alteraciones orgánicas que conllevan la anorexia y la bulimia, enfermedades de origen mental, hacen necesario un diagnóstico multidisciplinar entre los psicólogos, endocrinos y psiquiatras. “Si el rasgo más visible a la hora de diagnosticar la anorexia es la pérdida de peso, el de la bulimia es más difícil de observar externamente. Sólo con análisis médicos o con la sospecha del núcleo familiar de que el paciente sufre episodios recurrentes de atracones de comida y posteriores vómitos autoinducidos. Ambas enfermedades son igual de perjudiciales para el organismo y necesitan de tratamiento psicológico”, asegura el endocrino.
En España 235.000 jóvenes sufren algún trastorno de la conducta alimentaria y el número de enfermos aumenta un 20% cada año. Sólo en la Comunidad de Madrid, el 3,4 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 18 años padece algún tipo de trastorno de conducta relacionado con la alimentación. En realidad, cada vez afectan a hombres y mujeres de todos los rangos de población, desde niños de apenas nueve años hasta a adultos de sesenta años. Existen un gran número de casos de los que no se tienen estadísticas porque se mantienen en secreto, se ocultan y no se tratan.
Lucía manifestó los primeros síntomas en el instituto cuando comenzó una dieta restringiendo los dulces y pesándose cada mes. “No le di importancia, pensé que todas las chicas hacían esas tonterías porque estaban en la edad” asegura Pilar Ruiz. Las complicaciones surgieron cuando hace dos años empezó a estudiar Fisioterapia en la Universidad de Valencia. El estar fuera de casa, los nuevos horarios apretados y la responsabilidad de estudiar una carrera hicieron mella en la autoestima de Lucía. “No podía permitirme el lujo de perder tiempo comiendo si quería sacar las mejores notas y ser perfecta” comenta abochornada Lucía. Poco a poco restringió más alimentos y empezó a hacer ejercicio físico. Sus compañeros de piso le aconsejaban que comiera más y que ella no necesitaba adelgazar: “Yo no creía en nadie, solo en lo que el espejo reflejaba y él me decía gorda”.
Al volver a casa durante las vacaciones de Navidad aprendió a engañar a su familia y a su novio Samuel. “Todos la notamos un poco cambiada, tenía peor genio y estaba más delgada pero creí que era por el estrés, que se le pasaría” afirma Samuel. Pero no se le pasó, Lucía empeoró, se le retiró la regla (amenorrea) y viendo que solo vivía para no comer un día de marzo, tras faltarle valor para cortarse las venas con un cuchillo de cocina, llamó llorando a su madre. “Me dijo que necesitaba estar en casa, que su vida era un infierno” recuerda Pilar Ruiz. Una vez en casa la situación no mejoró. Todo era recuento de calorías y crisis de histeria con las que evitaba los alimentos. Ante la gravedad de la salud mental y física de Lucía, sus padres buscaron ayuda. Primero probaron con la asistencia social en Cuenca, en la Unidad de Salud Mental del Hospital Virgen de la Luz. Un conocido de Tarancón le recomendó un gabinete psicológico en Madrid. Decidieron probar. Hace año y medio que Lucía acude a la consulta de Cristina López, la psicóloga experta en trastornos alimentarios del gabinete.
Autoestima versus perfección
“El primer paso para curarte es reconocer lo que te pasa” argumenta Lucía. Y es que la falta de “ese darse cuenta” del paciente es uno de los obstáculos de la anorexia y de la bulimia. En una época de cambios complicados como es la adolescencia, los sentimientos son muy confusos y es difícil distinguir las emociones. “En principio no saben lo que les pasa, sólo que no quieren comer y que confunden el hambre o la saciedad con los sentimientos de ira, tristeza o ansiedad“, puntualiza Cristina López. No comer o comer en exceso a cambio de aplacar sus sentimientos. Pero las raíces de estas enfermedades son mucho más complejas. Influyen factores biológicos (sobre los que no hay consenso), psicológicos y socioculturales.
La Información Terapéutica del Sistema Nacional de Salud establece el perfil de las personas que presentan estos cuadros como ambiciosas, autoexigentes, trabajadoras y sobresalientes en los estudios. Emocionalmente, tienen dificultades para interpretar y expresar sus emociones. A nivel familiar se da mucha importancia a la apariencia y al éxito. Hasta que aparece la enfermedad son hijos obedientes y con gran dependencia paternal. Tienen dificultades en la maduración y separación de la familia. Inicialmente el único síntoma de rebeldía es a través del rechazo alimentario. Suelen presentar antecedentes de obesidad en mayor o menor grado. Se da en clase media o media-alta y de modo característico aparece en la adolescencia.
La experiencia profesional de Cristina López demuestra que siguen este patrón previo y que una vez enfermas sufren insomnio, irritabilidad, insatisfacción corporal, pensamientos obsesivos, inseguridad social y dificultad para tomar decisiones, así como sentimientos depresivos y de ansiedad, junto a otras secuelas psicológicas y orgánicas más graves. “Lo que más placer me causaba era estar exhausta tras desgastar y tocarme los huesos de la cadera” atestigua Lucía con un tono de tristeza en la voz. La diferencia fundamental de los trastornos como la anorexia o la bulimia con otras enfermedades mentales radica en que la persona tiene el deseo específico de adelgazar o un miedo intenso a ganar peso. Los factores precipitantes hacen que se desencadene la enfermedad en un determinado momento como una separación, una pérdida, un exceso de actividad física o la decisión de empezar una dieta. En el caso de Lucía, una dieta estricta se convirtió en la obsesión de su vida, dejó de lado los estudios, amigos y familiares. Pilar relata: “Cuando volvió a casa y era incapaz de comer por lo gorda que estaba, me asusté y le dije: hija estás muy enferma y voy a buscar ayuda profesional”.

El tratamiento semanal establecido por Cristina López requiere el registro diario de la ingesta, la hiperactividad, vómitos y pensamientos en situaciones de alarma. Durante la consulta se realiza apoyo psicoterapéutico al afectado y su familia y la revisión del “contrato” planteado por la psicóloga la semana anterior. En éste se establecen los objetivos a cumplir que varían desde la tipología y cantidad de los alimentos a ingerir, las prohibiciones de “desgaste”, la ganancia de peso comprobado en casa y los premios si se cumple (ampliación de las visitas de familiares, lectura de revistas, horas de televisión...). “Tras lograr una mínima estabilización del peso hay que modificar su sistema erróneo de creencias, su distorsión de la imagen corporal, la búsqueda del perfeccionismo extremo para ser queridas” asiente Cristina López. La terapia impartida al paciente está dirigida a la mejoría de disfunciones familiares si existen, al desarrollo de habilidades sociales y al aprendizaje de nuevas respuestas ante el estrés. También se requiere el apoyo del endocrino y del psiquiatra para establecer la medicación adecuada a cada paciente.
En ocasiones las terapias cognictivas-conductaules no son suficientes, por lo que los psiquiatras intervienen prescribiendo diversos tipos de fármacos. Los neurolépticos se usan en pacientes anoréxicas ingresadas en un hospital con el fin de sedarlas y reducir su hiperactividad. Más común es la receta de antidepresivos en los trastornos obsesivos o con predominio de ansiedad ya que mejoran el nivel emocional y el apetito, tanto en los tratamientos a nivel ambulatorio o en los que es preciso el ingreso. De entre todos los antidepresivos, adquiere especial relevancia el uso de agentes serotoninérgicos. Su utilización se justifica por la implicación de la serotonina en la regulación de las conductas alimentarias o compulsiones a comer. En la anorexia, es beneficioso porque redunda en la conducta alimentaria así como en la obsesividad, ansiedad y aspectos depresivos. En la bulimia mejoran el ánimo depresivo, el ansia por carbohidratos, el número de vómitos y atracones y la pérdida del control de los impulsos en otras esferas.
Los datos recogidos por la Información Terapéutica del Sistema Nacional de Salud desvelan los peligros de los trastornos de la conducta alimentaria, ya que el 7 por ciento de las afectadas mueren, de los cuales un 27 por ciento se debe a un suicidio (200 veces más frecuente que en población general). En el 20-25 por ciento de los casos la enfermedad se cronifica. “Los mejores pronósticos de curación los presentan los diagnósticos en los primeros compases de la enfermedad, como es el expediente de Lucía” explica Cristina López. Y continúa: “De todos modos el tratamiento es largo y complicado, con numerosas recaídas y un mínimo de cuatro años”. La hospitalización se debe hacer en caso de riesgo vital y su objetivo principal es salvaguardar la vida del paciente frente al peligro de auto agresión o frente a un elevado grado de desnutrición con manifestaciones en los sistemas endocrino, cardiovascular, renal... En todo caso, es necesario saber que un ingreso hospitalario puede ser largo y no va a tener como resultado la recuperación del paciente. En Madrid no hay unidades de tratamiento especializadas (salvo la del Niño Jesús para menores de edad) donde ingresar a las enfermas sino en unidades de psiquiatría de los hospitales, compartiendo espacio con la depresión mayor y la psicosis.
Princesas de cristal
Diez puntos por ayunar; cero puntos por 600 calorías; diez puntos por una hora de ejercicio; cinco puntos por cada comida vomitada... Esto es la tabla de puntuación de una carrera para adelgazar de una blog. Su autora, con el seudónimo de ‘Anna’ y el lema los huesos definen kien eres, convocó el concurso que duró del 13 al 23 de noviembre. Los requisitos eran escribirse previamente mediante un post en el que se indicaba el peso actual y el que se quería lograr: princesa forevermia, 16 años, 1,53 cm., 45 kilos, meta 40 kilos. Finalmente se inscribieron 45 chicas entre 14 y 26 años. Tras terminar la carrera cada una publicó en los comentarios su registro diario de calorías y ejercicio. Algunas han conseguido su objetivo, adelgazar cinco kilos, a base de ayuno total con dos horas de ejercicio. Como novedad, su blog incluye una ventana-chat donde comparten experiencias y dudas de forma instantánea y masiva e intercambian sus direcciones de mensajería online.
Esta carrera “hacia la perfección” ha sido la última del 2008, pero habrá muchas más en las miles de páginas webs pro-ana (anorexia) y pro-mia (bulimia) que existen. Las “princesas” (como se denominan las usuarias) en sus blogs o foros defienden su libertad para elegir este estilo de vida, ya que aseguran que no es una enfermedad. No hay límites para estas chicas, como demuestra una carta pro-ana escrita para personificar a la anorexia nerviosa: “Llenaré tu mente con pensamientos de comida, peso, calorías y cosas que sean seguras de pensar. Porque ahora, ya estoy adentro de ti, soy tu cabeza, tu corazón y tu alma”. Entre ellas fomentan un espíritu de lucha común a la vez que rivalizan por ser la que más kilos pierde de manera totalmente insana. Huesos de las caderas sobresalientes, costillas bien marcadas, vientres planos, esternones claramente visibles... La búsqueda de este ideal de perfección se refleja en las “thinspos”, fotografías de famosas que padecen o han sufrido desórdenes alimenticios (Lindsay Lohan, Nicole Richie) y de enfermas en estado muy avanzado, que se convierten en los verdaderos modelos a seguir. La consigna es “No necesitas comida. Te estás retrasando un día al camino de la perfección ”. Desde peligrosas dietas que no cumplen los requisitos médicos hasta el uso indiscriminado de medicamentos nada apropiados son los principales contenidos que ansían las “princesas”. Pero siempre todo ello subordinado a los diez mandamientos que pueden resumirse en estos dos: nunca se está lo suficientemente delgada, y estar delgada y no comer demuestran la auténtica fuerza de voluntad y el nivel de éxito.
Y ahora a través de las webs las jóvenes hacen apología de los trastornos alimentarios y se convencen mutuamente de que no están enfermas. Allí intercambian tablas calóricas y “tips” o trucos para adelgazar sin la supervisión de un profesional. Cristina López alega que “la cantidad de información a la que pueden acceder con un clic en Google es un nuevo obstáculo en el tratamiento. La anorexia es más que la búsqueda de un cuerpo perfecto, hay serios problemas emocionales de fondo y esto es lo que niegan estas webs, convirtiendo la enfermedad es un ideal que no tiene repercusiones negativas, en su estilo de vida”.

Una “princesa” apodada Samiitha de 16 años cuenta su historia: “en enero del año pasado entré en una depresión, falleció mi abuelo, mi novio me dejó. Entonces me sentía gorda porque me cambió por otra. Reflexioné y decidí adelgazar, ir al gym, dejar de comer harinas y azúcares. Se me hizo fácil dejar de comer y me desmayaba. Entonces empecé a comer y vomitar, pero mi madre se dio cuenta y me llevaron al psicólogo. Me hizo terapia y cuatro meses después sigo aquí. Ahora estoy hecha una cerda y quiero ser como Nicole Richie”.
Para conseguir su objetivo, en muchas páginas pro-ana y pro-mia se intercambian nombres de medicamentos como si de recetas milagrosas se tratase. Nunca se habla de las reacciones adversas ni de las interacciones, ni se citan las fuentes de las que parte la información. Algunos productos como Reductil (con sibutramina), Xenical (con orlista), Prozac, Reneuron, Adofen (con fluoxetina), diuréticos y laxantes no están indicados para la disminución de peso, ya sea por su ineficacia o por el riesgo que suponen para la salud. La única justificación que dan es que “es bueno para quemar grasa pero enseguida hay que cambiarlo por algo mas fuerte; es una real maravilla, la comencé a utilizar hace una semana y llevo 3 kilos abajo” sin aportar ningún aval médico, por lo que la automedicación complica aún más las consecuencias de sus enfermedades.
Las “princesas” españolas consultan páginas de España, pero también de América Latina. “Es una nueva etapa de la anorexia que requiere soluciones globales, porque la difusión del apoyo a la enfermedad se ha globalizado con la red” aconseja Martín Iglesias.
Asociaciones como Protégeles o el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid velan por vetar estas páginas (cualquier ciudadano puede ayudar a eliminar una página a través de la línea de denuncia de protégeles.com), ya que tienen un gran peligro para la salud física y mental de las que están enfermas y, sobre todo, para las que están en vías de recuperación, que pueden recaer incitadas por el resto. Una máxima que deben cumplir las que han sido débiles frente a la “comida que engorda” es castigarse físicamente después de ingerirla con purgas (vómitos), abdominales o cortes. Para evitar consejos destructivos como éste, Protégeles ha creado un sitio web llamado anaymia.com, en el que a imitación de los pro-ana y pro-mia (copian hasta su lema “nadie dijo nunca que fuera fácil llegar a ser una princesa”), enseñan lo que realmente sucede con los consejos que se ofrecen las princesas: fallos en los órganos del sistema digestivo, insuficiencia renal, paradas cardiacas y la muerte.
Esclavas sociales
El ideal de belleza de nuestra cultura impone un cuerpo cada vez más esquelético y la industria basada en la delgadez es cada vez mayor: productos para adelgazar, para no engordar, publicaciones sobre dietas, cirugía estética, etc. Estos modelos de belleza aceptados socialmente suponen una presión para los miembros de la sociedad, y en especial para los más vulnerables como son las mujeres jóvenes. Su resultado es baja autoestima por no tener la silueta de acuerdo con los patrones estéticos de alta esbeltez. “Hay que desvincular los cánones estéticos de la extrema delgadez con los sentimientos psicológicos positivos desde un filtro que los padres enseñen a sus hijos” explica Cristina López.
Los canales de influencia son los medios de comunicación y la publicidad, a través de los que se margina a los obesos y son invisibles los cuerpos normales. Los mensajes de éxito, triunfo social, felicidad van aparejados de la perfección estética de mujeres y hombres tanto en la televisión como en las revistas. Así lo refleja el pensamiento de una joven pro-mia que en su foro tiene como rúbrica: “Cuando el sol se extinga, la belleza pasará a un segundo plano mientras tanto, es lo primordial”.
Luego existe la paradoja de la cantidad de alimentos que se ingieren en las reuniones sociales, sea cual fuera el

No obstante, la presión por el culto al cuerpo es un factor vinculado culturalmente a nuestra sociedad. El problema surge cuando se cruza la frontera entre los cuidados para mantener la salud y los dedicados a conservar la estética insana reflejada en el ideal. En este ámbito tiene un papel decisivo, por su capacidad de ilustrar patrones, el mundo de la moda. Las modelos, tanto de pasarela como de publicidad, ejemplifican un cuerpo muy estilizado, carente de curvas y, en opinión de expertos médicos, enfermo. Prueba de ello es la alta incidencia de trastornos alimentarios como la anorexia entre famosas del papel cuché.
Sin embargo, no toda la culpa debe recaer en los modelos estéticos. La enfermedad aparece por la presencia de factores predisponentes (miedo al fracaso, autoestima baja), la eclosión de algún factor precipitante (dietas, comentarios críticos) y el directo influjo de factores de mantenimiento (el medio social que valore la delgadez). La anorexia y la bulimia son con frecuencia descritas como fracaso en la superación de la adolescencia, como conflicto en el proceso de construcción de la identidad.
No están solas
En España el principal organismo de ayuda sobre trastornos alimentarios es ADANER, la Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia. En su sede madrileña se vienen desarrollando todos los años talleres dirigidos a las víctimas de la anorexia o bulimia y a sus familiares. Por ejemplo, el taller de nutrición está encaminado a ayudar a entender la naturaleza de estas enfermedades y a fomentar la práctica de un estilo de vida saludable en el contexto de una alimentación sana, suficiente y equilibrada. El taller de autoestima tiene como objetivo ayudar a recuperar la autoestima de la que carecen los afectados. Desde ADANER se afirma que recuperar la autoestima es nuestra manera de percibirnos y valorarnos repercutiendo de manera importante en la forma de moldear nuestras vidas.
Lucía sabe que es importante la labor de estos organismos sin ánimo de lucro, ya que todas las enfermas no pueden costearse un psicólogo privado. Para ella “la ayuda de Cristina es fundamental, pero sin el apoyo de mi madre tal vez hoy no estaría aquí”. Y es que los profesionales médicos y terapeutas recalcan la importancia de la familia en el proceso de curación. Las terapias son aplicadas a toda la familia, con la corrección de hábitos alimentarios, pautas de comportamiento con modelos asertivos, regulación de las situaciones de estrés o ansiedad frente a la comida, etc. “Luchar para que mi hija salga adelante es lo único que hacemos todos, le damos nuestro apoyo pero sin sobreprotegerla para que a la vez madure” contesta Pilar Ruiz. Las personas que han vivido de cerca la enfermedad saben lo dificultoso que es el camino, las duras pruebas que son las recaídas y la gran satisfacción de los pequeños logros conseguidos con el paso del tiempo.
Estos últimos meses Lucía se ha esforzado mucho, porque ha vuelto a la universidad en Madrid. “Me cuesta un poco porque voy y vengo todos los días y la responsabilidad de comer o tirar el taperware de mi madre es sólo mía”. El escritorio de su habitación estas Navidades vuelve a estar repleto de apuntes, y al ambiente navideño de su Belén le acompaña la esperanza. Enfrente de la cama hay un cartel que Lucía lee todas las mañanas y todas las noches: “En el rumbo que seguirá mi vida no hay lugar para las privaciones, la obsesión y el desgaste, sólo para el esfuerzo por curarme”.